La liberación del pueblo hebreo, y el cuidado del mismo como parte de un proyecto genético que halla su punto desencadenante en el nacimiento de Cristo, es un episodio del Plan Cósmico que los Guías nos han descrito en anteriores experiencias y mensajes. No obstante, la relación que existe entre muchos de los «personajes llave» de la historia humana con nuestra experiencia de contacto, aun, sigue siendo un misterio.
Por ejemplo, hoy sabemos que muchos de los apóstoles de Jesús encarnarán más tarde como seres extraterrestres que serán incluidos en el plan de ayuda a la Tierra. El propio Guía de la Misión RAHMA, Oxalc, habría sido el profeta Samuel, quien nació en la ciudad de Ramá, ubicada, para pensar un poco más, en el paralelo 33. Y resulta más interesante leer en el Antiguo Testamento cómo Samuel despierta al llamado de Dios cuando se hallaba durmiendo, precisamente, en el Tabernáculo donde se protegía el Arca de la Alianza. La persona de Moisés es particularmente inquietante. Misteriosa. Pero, como decíamos, vitalmente trascendente. Aparentemente, sólo la Biblia asegura su existencia; ni las inscripciones siropalestinas, ni los textos cuneiformes o los archivos egipcios lo mencionan.
Nacido, según los estudiosos, en el año 1570 a.C., Moisés será educado en Egipto como recordamos, al ser rescatado del Nilo cuando era sólo un bebé abandonado en una cesta de junco con todas las influencias que ello supone, aunque su corazón nunca dejó de sentir como hebreo. A la edad de los 120 años, en la cumbre del Monte Nebó, el corazón de Moisés dejaría de latir, luego de contemplar la tierra prometida que no pisaría, pero sí su gente.
Muchos asocian el concepto divino de un único Dios que transmitió Moisés el mismo mensaje que manejó Abraham con la herejía de Amenofis IV o «Akenatón», quien modificó las tradiciones religiosas de Egipto, creó una nueva capital, y hasta intentó organizar una sociedad diferente, basando todo su esfuerzo en la existencia de un solo Dios. Todo esta aventura en tan sólo 17 años.
Al igual que Moisés, Akenatón fue inspirado por su encuentro extraterrestre con el «disco Atón», desarrollándose su experiencia en un desierto como ocurriría miles de años más tarde, en 1974, con la Misión Rama, que en su parte exterior culminará también a los 17 años de haber sido iniciada. El número 17 representa la «muerte», el «cambio», la «transformación». Es la transición de una etapa a otra.
Si analizamos profundamente la importancia de todo cuanto hicieron hombres como Abraham, Moisés, Akenatón, entre otros tantos «programados», hallaremos un entramado que finalmente nos llevará a la esencia misma del Plan Cósmico. Sin duda, el mayor misterio que nos dejó Moisés, es el Arca de la Alianza, un extraño objeto que fue construido bajo instrucciones celestes. ¿Por qué?
Deja una respuesta