Paititi es una ciudad construida sobre la meseta del Pantiacolla. Una montaña donde nace el río Siskibenia, la cual era conocida en el pasado por los escasos habitantes de la zona, por estar atravesada por insondables túneles donde vivían los “Paco Pacuris”, quienes eran los Sabios Maestros Guardianes vestidos de blanco quienes cuidan los registros de la historia del Mundo. A esta ciudad se accedería por el caudaloso y peligroso río Alto Madre de Dios, siguiendo más adelante por sus afluentes, desafiando la jungla, y llegando después de varios días al Pongo de Mainiqui o Cañón de Pusharo, donde sobre un muro vertical de piedra aparecen multitud de petroglifos con corazones y rostros humanos, los cuales advierten del ingreso en un territorio prohibido, controlado por la Hermandad Blanca, y donde solo aquel que es capaz de hablar con el lenguaje del corazón puede entrar y volver vivo. La mayoría de los exploradores al llegar aquí desiste de continuar por cuanto el lugar prueba violentamente a quienes sin haberse preparado lo suficiente se acercan, envolviéndolos en terribles tormentas y fenómenos atmosféricos. Si uno se atreve a continuar desafiando el estrecho, peligroso y extenso cañón y la espesa jungla, pero sobre todo los propios miedos, llegará al cabo de tres días al pie de la montaña del Pantiacolla, donde los tres posibles ingresos a la ciudad son: a través de una oscura y engañosa Laguna cuadrada de aguas estancadas y profundas, llenas de feroces peces depredadores; o por una intrincada caverna laberíntica llena de abismos y habitada por jaguares; o por una casi invisible pero resbalosa cueva dentro de una cascada infestada de anacondas. Dentro de la ciudad hay un templo, donde se encuentra “El Gran Disco del Sol”, verdadero Portal entre las dimensiones, y que alguna vez lució su esotérica magnificencia en los muros del Templo del Coricancha en el Cuzco.
En el Ecuador existe en la Cordillera del Cóndor, una red de túneles que conectan por debajo toda la selva amazónica, y que han sido poco explorados. La entrada ubicada entre los ríos Coangos y Santiago es conocida como “La Cueva de los Tayos”. La impresionante caverna posee dimensiones ciclópeas, pudiéndose apreciar su carácter artificial, sobre todo en gigantescos salones y cámaras, descomunales dinteles e inmensos muros trabajados. Allí ha habido quienes después de haber descendido han tenido contacto con esferas luminosas conocidas como “Caneplas” o “Sincronizadores Magnéticos”, y hasta quienes han podido observar seres de blanco con estaturas gigantescas. Hoy se habla que dichos túneles se extienden por más de 16 kilómetros.
En el Brasil existe en la Sierra de Portiaria, en el estado de Goias, el Valle selvático de Parauna, donde en la superficie se pueden apreciar murallas de hasta cuatro kilómetros de largo y cuatro metros de altura, de piedras hexagonales basálticas unidas magnéticamente, que cuidan una zona donde hay pirámides derrumbadas cubiertas por la vegetación algunas de ellas escalonadas, con entradas a ríos subterráneos que conducirían al mundo intraterrestre. Igualmente existiría otra entrada similar en la Sierra del Roncador.
En el Uruguay también habría entradas al intramundo, aunque algunas son definitivamente de carácter dimensional, como las que se abren ocasionalmente en la Estancia la Aurora, entre Paysandú y Salto. Otras pero como cavernas, existirían en la Sierra de Minas.
En la Estancia la Aurora, cuyo suelo es rico en cuarzos y cristales diversos, llega a concentrarse cada cierto tiempo una gran energía la cual colapsa el espacio tiempo abriendo una puerta o ventana dimensional, a través de la cual los extraterrestres salen con sus naves o se proyectan, y suelen percibirse en los alrededores seres de luz, o siluetas luminosas con las que se puede establecer un contacto. Allí no habría un ciudad intraterrena, pero sí un portal interdimensional con el que se puede conectar con otra realidad quien ha despertado sus potencialidades y posee la vibración adecuada.
En la Argentina se ha venido dando en los últimos años un despertar de los centros de energía y un redescubrimiento de los retiros de la Hermandad Blanca, poniendo al conocimiento público ciudades intraterrestres con los que la gente está aprendiendo a vincular. Hoy es muy conocida y difundida la existencia en la acogedora localidad de Capilla del Monte en Córdoba, de una leyenda en donde los indígenas Comechingones lograron salvar la vida, huyendo de los conquistadores europeos, entrando por unas cavernas ubicadas entre el Cerro Sagrado de Uritorco y la zona cercana de Los Terrones. El lugar se encuentra en una poderosa línea de energía telúrica, actuando el macizo rocoso del Uritorco como una pirámide natural y colector cósmico, que alimentaría una ciudad intraterrena llamada “Erks”, la cual ha sido avistada etéricamente en repetidas ocasiones por lugareños como un conjunto organizado de luces y estructuras a la distancia. Uno de ellos habría establecido comunicación con los habitantes intraterrenos, recibiendo el honor de actuar de guardián de su ingreso. Lamentablemente ésta persona fue asesinada y hoy en la actualidad es uno de sus hijos, quien cumple dicha función. Lo que sí es más que evidente, es la permanente presencia de ovnis en la zona, especialmente en el Cerro El Pajarillo donde se han llegado a ubicar inmensas huellas circulares con hierba quemada sobre las colinas.
Otra de las ciudades intraterrestres que existirían en Argentina es la llamada “Isidris” debajo de las montañas de Mendoza. También está la llamada “Ciudad de los Césares”, ubicada a muy poca distancia de la turística ciudad de San Carlos de Bariloche, en la Patagonia. Para llegar a éste retiro se necesita embarcarse por los lagos y después de varias horas de navegación, introducirse por una reserva ecológica al pié de montañas nevadas, siguiendo pequeños senderos que lo introducen a uno por en medio de espesos bosques que llevan hacia hermosos y solitarios glaciares, los cuales esconden los ingresos subterráneos.
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