Sabemos que hace miles de años descendieron en el desierto del Gobi en la Mongolia, un grupo de treinta y dos seres extraterrestres, de igual número de civilizaciones diferentes, que se establecieron en una extraordinaria ciudad subterránea construida a propósito para albergarlos, llamada Shamballa. Estos seres, que fueron enviados para actuar como Instructores Planetarios de una floreciente humanidad, llegaron a instancias del Concejo de los 24 Ancianos de la Galaxia o Gobierno de Sabios Maestros de los planetas evolucionados de la Vía Láctea, para acompañar el proceso evolutivo del hombre en la Tierra, y para preparar a aquellos que fuesen dignos de ser los guardianes de los Archivos del Conocimiento Oculto de la Humanidad o de la Verdadera Historia Planetaria; aquella que nos emparienta con los visitantes de las estrellas.
Llegaría el tiempo en que el conocimiento profundo de nuestro proceso sería necesario que fuese accesible a todos los seres humanos de buena voluntad, para que quien estuviese preparado encontrara en él las respuestas necesarias para saber y hacer entender la misión y el destino colectivo.
Aquellos extraterrestres que llegaron y descendieron en Asia establecieron más tarde, una red de túneles y galerías que enlazarían a todo el planeta, conectando otras ciudades que se irían formando después, debido a la dinámica propia del planeta y de las civilizaciones. En algunas de estas ciudades intraterrenas establecidas en puntos estratégicos del mundo, se ubicaron unos cristales capaces de retener en este plano a un colectivo de seres conspiradores que fueron deportados aquí por sus inadecuadas actitudes y mal comportamiento, y que son conocidos en nuestros Mitos y Leyendas como los Ángeles Caídos.
Los primeros que acompañaron a los visitantes e hicieron uso del mundo intraterrestre, fueron los sobrevivientes de la civilización atlante, aquella que surgió como consecuencia de la hibridación de Guardianes y Vigilantes extraterrestres con gente de nuestro mundo. Uno de esos atlantes que rescató gran parte del conocimiento heredado y lo traslado a buen recaudo, fue el muy famoso y conocido Thot o Hermes Trimegisto, quien aunque asesoraba a la cultura egipcia, mantenía un estrecho contacto con “Amenti” (el Intramundo). La cultura atlante sobrevivió en pueblos como el Nahualt, quienes se decían herederos de la antigua “Aztlan”, una isla continente allende los mares; sino recordemos la fabulosa ciudad de Tenochtitlán, construida sobre una isla en el Lago Texcoco en México, llena de canales, que por su similitud nos hace recordar la capital de la legendaria Atlántida: Poseidonis o Poseidopolis, mencionada por Platón en sus obras.
Durante el largo peregrinaje del pueblo Mexica hacia su tierra prometida, recorrieron el interior de cavernas donde conectaron con sabios maestros intraterrenos. En cavernas como las del Cerro Culiacán, recibieron una instrucción muy especial que los llevaría a conocer y buscar concretar una misión y un destino.
En el ocaso de la civilización maya, una parte significativa de este pueblo escogió marcharse hacia el mundo intraterrestre, donde habrían permanecido hasta nuestros días haciendo uso de conocimientos hoy olvidados fuera de esos lugares. También los incas en una de las versiones de la fundación de su imperio, mencionan a cuatro clanes, llamados los Hermanos Ayar, que salieron de unas cavernas del Cerro Tamputoco en Pacaritambo (Cuzco), trayendo consigo el conocimiento y la cultura que habrían recibido de seres de gran sabiduría.
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