Abraham no solamente estuvo guiado por Instructores extraterrestres, sino que también por miembros de la Gran Hermandad Blanca intraterrena.
Un día que regresaba de una batalla en la que había derrotado a una coalición de reyes, Melquisedec, uno de los miembros del Gobierno Interno Positivo y rey de Salem (nombre antiguo de Jerusalén, pero a decir de ciertos investigadores, es uno de los nombres secretos de Shambhala, la morada del Rey del Mundo) le salió a su encuentro y lo bendijo; entonces Abraham le dio la décima parte de todo lo que había ganado en la batalla. De esta manera, también se supervisaba el proyecto y se daban las recomendaciones a seguir.
Una de las recomendaciones era que se cuidara la sangre, que no se mezclara ésta para no alterar el programa genético. Abraham no podía tener hijos con Sara, sin embargo ella concibe con la ayuda de los extraterrestres que la visitan teniendo a Isaac. Isaac se casa con Rebeca, quien tampoco podía tener hijos hasta que con la ayuda de «lo alto», concibe a Esaú y Jacob. Jacob se casa con Lea, su prima, y luego con Raquel, a quien realmente amaba pero ella tampoco podía darle hijos. Mas, nuevamente, con la mano de los del cielo, tiene a José, el de los sueños premonitorios, el del don de la profecía. Como podemos ver, demasiados nacimientos de «madres estériles», demasiados hijos programados…
Esta especie de hijos programados muestran el seguimiento y la continuidad que se le quería dar al proyecto, procurando que no se desviara o se interrumpiera en el camino más de la cuenta. Era la mejor manera de supervisar que la programación genética se mantenía, asegurándose que al final, podrían darse las condiciones como para que se manifestara y materializara a través de estos pueblos, la Conciencia Crística en un ser iluminado y altamente evolucionado terrestre que estuviese dispuesto a brindar sus siete cuerpos como para que se incorporara en su momento, un ser de la categoría de Hijos de Dios procedente del Universo Mental.
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