Sobre la base de todo esto, y ahora en marcha el proyecto de crear una humanidad nueva que por mérito propio pudiese alcanzar lo que sus hermanos mayores no consiguieron, el Concilio de los Helell pensó que sería oportuno colocar un grupo de entidades mentales en el universo material que actuaran como entidades disociadoras, dificultando al máximo el acceso a información. Estas entidades, llamadas «demonios», tendrían esto como función; no eran ni buenas ni malas. Solamente vendrían a fastidiar la vida, a complicar las cosas y a mayor complicación, habría mayor esfuerzo por parte de las civilizaciones materiales y esto restablecería la dinámica interrumpida.
No obstante, otros seres del Universo Mental consideraron que no se podían cambiar las reglas del juego el libre albedrío en discusión por ser aplicado a una «humanidad nueva» y no en las ya existentes civilizaciones extraterrestres cuando ya el partido está comenzado. Imaginemos, por ejemplo, qué pasaría si faltando quince minutos para que termine el juego, el árbitro decide que no se juegue más con arqueros porque el partido está empatado o, si a un alumno de una escuela militar que tiene una disciplina rígida, una estructura mental muy limitada, en un claustro que no es mixto, faltando un año para graduarse lo sacamos de ahí y lo mandamos a un colegio mixto, que no es internado, que no tiene nada de disciplina…, lo más probable es que naufrague.
Si se han de cambiar las reglas del juego, si se ha de experimentar buscando alternativas nuevas, se tenía que experimentar sobre civilizaciones nuevas que todavía no habían surgido o que recién habían comenzado. Eso fue lo que sugirieron otros seres del Universo Mental. A Lucifer o Luzbel no le satisfizo esta modificación o contrapropuesta porque significaba dejar de lado a sus entrenados como los seres de Orión , a aquellos que habían recibido la instrucción de parte de ellos para darle la oportunidad a unos advenedizos, a civilizaciones nuevas, para que de pronto en muy poco tiempo alcanzaran niveles de evolución muy elevados que no solamente se equipararan a los alcanzados por los que ellos habían entrenado, sino, que incluso podrían superarlos, marcarles la pauta y enseñarles.
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