Los primeros seres del Universo Material que vinieron a la Tierra se instalaron en bases submarinas muy cerca de la Antártida, cuando ésta se hallaba en el ecuador, en un escenario planetario donde los mares eran ácidos. Aquellos visitantes provenían de un sistema planetario de la Constelación del Cisne, a 6.000 años luz de nuestro Sistema Solar.
Ellos sembraron esporas en nuestro mundo, hace unos 3.000 millones de años, para cambiar la acidez de los mares y convertirlos en alcalinos, y así modificar las condiciones químicas del planeta.
A esta primera humanidad o civilización extraterrestre se le conoce como la Antártica, o los «Padres Antiguos». Constituyen el «brazo derecho de la Confederación». Se encargan de velar por la protección de mundos que se encuentran en vías de evolución, como la Tierra, evitando la intromisión de civilizaciones extraterrestres que esgrimen intenciones bélicas o de colonización, o, inclusive, estudios científicos no autorizados por el orden establecido desde la Confederación de Mundos de la Galaxia. Generalmente, los Guardianes y Vigilantes poseen bases orbitales próximas a los planetas en observación o bajo «cuarentena», siendo el caso propio de la Tierra, que es vigilada desde una estación espacial denominada «Celea», y que se encuentra oculta tras la Luna.
En La Biblia se les denomina, Elohim. Son razas extraterrestres la mayoría de ellas concentradas en las estrellas pléyades que tienen un avance tecnológico asombroso, y que les permite actuar como «Arquitectos de Planetas» o como sembradores de patrones de vida, teniendo la facultad de modificar físicamente la estructura de las criaturas. Poseen también la facultad científica de manipular conscientemente el concepto de «tiempo».
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